No le pregunté si era un mal momento
porque los segundos,
eran tan transparentes
como la responsabilidad de seguir viviendo
porque antes que tú,fue mía,
antes de que puedas tenerla en tus brazos
fue mía, antes de tus besos fue mía.
Cada vez que miro hacía la puerta
y el silencio viste su cama,
dejo de ordenar tantos pensamientos
que venden los perdones
y producen úlceras en las apariencias
porque el dolor,ni siquiera con morfina
puede curarse cuando le han puesto hora a tu muerte.
Recuerda que ella siempre será mía,
siempre será mía y que la esperanza
de un donante, hará que siempre
siga siendo mía y los cuentos vuelvan
a tener pelo, que los ojos tengan esperanzas,
que los buenos y los malos nos pongamos
de acuerdo de una puta vez porque la vida, vivir, es la mayor donación que le hacemos al mundo siendo capaces de construirlo todo sin indiferencia y puede que algún día
hasta mi corazón sea de mi enemigo
en un dos por uno.
José Manuel Acosta.
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