viernes, 6 de febrero de 2015

Nadie cuenta la vida con una mano y a veces
hasta el amor pierde la peluca
cuando el rosa empieza a ser tu color favorito
o quizás, todos los colores son tuyos.
A veces te cuentan tantas cosas, que
por prudente sigues ahogándote en los ojos
que todo lo comprende y ríes
porque no sabes si al día siguiente
verás brillar el sol.
Los días concretos, los que recuerdan
que estás ahí, que todavía no te has ido
porque sigues viendo que lo Àngeles, los verdaderos, no tienen alas sino caricias y
comprensión, palabras con las que respiras
y un porqué en la mirada, esos días son las medallas de unos pocos y el triunfo de los que seguirán estando mañana, y pasado y estuvieron el día anterior.
Cuando ves la muerte de cerca, cuando ves que te ha perdido el respeto y te habla de tú por cercanía, empiezas a clasificar a las personas.
Las que han estado y se van sin saber por qué,
las que están por compromiso, las que llegan y creen tener la solución de y para todo, las que vienen porque recordaron en algún momento tu nombre y te dan consuelo fingido y, las que
jamás se han ido de tu lado ni jamás se irán y te enseñan el valor de depender por ti misma porque hay personas
que son peor que el propio cáncer, las primeras
a diferencia de lo segundo, no tiene cura
y es preferible perder el pelo
que perder para siempre el corazón.


José Manuel Acosta.

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