Al otro lado
donde hibernan los sueños,
de fuera a
dentro
se quedan
las ganas de escribir
y terminamos
en habitaciones sin nombres.
Paso por
aquí
cuando no
tengo nada que decir
o quiero
decir tanto
que acabo
hablando solo,
como el
espermatozoide que se agarra a la vida.
Nací para
morir sin prisas
y escribo
palabras con cicatrices
que escuecen
hasta cuando se leen
dejando
poemas sin terminar.
Lo bueno es
despertar,
despertar de
todo esto
que aunque
descubras
después que
hubo fe de erratas
todo vuelve
a empezar en tus ojos.
José Manuel Acosta.