domingo, 31 de agosto de 2014

SENSIBLE





Hay gente, que solo buscan la esperanza de un abrazo,
una palabra que defienda las lágrimas impuestas
y una llamada del reír despacio.
Hay gente, que se presentan en esqueletos
porque son carne de soledad
y comen con las manos abatidas.
Hay gente, a la que veo todos los días
dilatando su existencia
para recoger las migajas
de algún latido suelto
que nadie quiera.
Hay gente, que siempre están en mi corazón
aunque nadie las vea,
que me llenan la garganta de saliva
y las beso con el alma mía.
Hay gente, que son un silencio
diluido entre los vivos.

José Manuel Acosta.

ALGUNA VEZ


Puedo perder las palabras
cuando intento ordenar
los gestos fingidos,
escribo sobre
el silencio
del marmol,
donde hablan
a solas los cipreses
que guardan los recuerdos
para siempre.
Unas flores dicen
que alguna vez
fuimos alguien,
que dije muchas
palabras calladas
buscando la perfección.
Todas se encuentran
hablándole al tiempo
sin apariencias.

José Manuel Acosta.

martes, 26 de agosto de 2014

NOS VAMOS QUEDANDO SOLOS

Fui desnudando la apariencia…
de mi juventud ya no quedan los árboles
tronchados dibujando corazones,
ni hay estrellas de platas contoneándose a los pies de mi cama
con aquella luna de los cuentos de hadas
que despertaba en silencio a las princesas.
Ya no tengo aquel beso
que se esfumaba entre lágrimas por mi almohada,
ni aquellos primeros pelos importantes
escondiendo la pubertad.
Ya no queda nada de aquel niño mago sacando aventuras
de una chistera invisible,
ni del científico avispado cogiendo “zapateros” en el campo
que se sentó debajo de un olivo
para escribir su primer poema en soledad.
Ya no queda nada de aquella cocina de pestiños
envueltas en miradas de miel
y polvo de sonrisas amasadas,
ya no queda nada, no queda nada,
tan solo mis lágrimas recodando a los que se fueron
por culpa de los años
olvidados en una estantería.

José Manuel Acosta.

ANTES QUE SEA TARDE

-Un minuto puede hacer perder toda una vida-

-Nadie puede trasnmitir sabiduría sin conocimiento-

Hay una calle asfaltada con pasos de nadie
con las esquinas contando historias
y en algún café doblándose los sentimientos a solas.
Las aceras con el transitado equilibrio de las prisas
llevan la ordenada costumbre de los difuntos
con la rígida plegaria del calvario en las miradas.
En lo más alto del alma,
un grito de sangre coagulada
se filtra por la ausencia de los que ya no están
y algo parecido a la razón,
empieza a contar las horas que se fueron
por el camino de las intenciones.

José Manuel Acosta.

AMANECE COMO TODOS LOS DÍAS

Estoy listo para consumirme entre los helechos de la vida,
los fracasos influyen en las decisiones y traicionan toda comprensión
ojeando los suspiros que con palabras incorrectas,
se olvidan de poner en hora el reloj de la felicidad.
Respiro el aire de los olivos que frente a mi casa se mueven en armonía
contoneándose con ése alarde que lleva el amanecer, cuando deja de pertenecer a la tierra
porque empieza a germinar las semillas del consuelo.
El alma grande de las personas, es asimilar los golpes de la vida mientras la conciencia los domina volviéndose imperceptible lo que por sus venas corre, y en cualquier lugar donde la fragilidad del corazón se rompe en mil pedazos, hay propósitos de enmienda atendiendo
tus sentimientos.
Abre la ventana, siéntate a observar el paso del tiempo y piensa que siempre hay un motivo
para viajar con él, no limites tus pensamientos a lástima, a la constante pena de tu sufrimiento
porque a veces no serán comprendidos y muchas más de lo que piensas acompañados, si de verdad eres honesto contigo mismo, poco a poco irás moldeando tu existencia si no te cansas de cumplir tus expectativas y date un plazo para construir tus sueños, porque el corazón bombea seis litros de sangre por minuto junto a ochenta latidos, demostrando que se produce por algo.
Cuando hoy te hayas levantado, piensa que todos los amaneceres se han apoyado en las noches, que la vida corre como el viento y se apaga tan rápido como una vela.
Si hoy te has levantado con el propósito de estar triste, mira al cielo y da las gracias por estar vivo porque siempre nos damos cuenta cuando estamos tristes, pero pocas veces cuando somos felices.

José Manuel Acosta.

UN LIBRO POR CADA AÑO

Toda la noche pensando en el olvido
y me olvidé que la noche también olvida,
después de no hacerle reproches a lo que escribo
me cubro de tiempo cuando amanece
y justo delante de mí,
la curiosidad se queda en silencio
huyendo también
de los recuerdos que se quedan a solas.
Exactamente igual que los dejé
en la página cincuenta y uno,
mil novecientos sesenta y tres libros
siguen abiertos
esperando un nuevo capítulo
para ser leído.
Cada vez que cierro uno
de mis libros,
un sueño se suicida
un año se termina
y un beso queda guardado.

José Manuel Acosta.

sábado, 23 de agosto de 2014

MI TEMPLO ERES TÚ


Cómo no voy a quererte
si sé cómo endulzar los años de tu nombre
poniendo color de caramelo
al café de tus mañanas.
Cómo no voy a quererte
Si mis gestos nunca llegarán tarde
a consolar tus tristezas
buscando mil maneras
de hacerte sonreír.
Cómo no voy a quererte
cuando rezas por nosotros
aunque desobedezco a las oraciones
comprendiendo las tuyas.
Cómo no voy a quererte
si has creído en mí
cuando nadie lo hacía
y luchaste por este amor
en el que nadie creía.
Cómo no voy hacerlo
si te quiero por costumbre
y te amo con el corazón.
Cómo no voy a quererte
si tú eres el templo

de todos mis Dioses.

José Manuel Acosta.

LLUEVE POR DENTRO

Se terminó de maquillar sus circunstancias
con las palabras teñidas de rechazo,
se peinó las lágrimas de la vergüenza
y se inventó una disimulada manera de sonreír.
Salió a la calle de los condenados a muerte,
de los que juzgan las apariencias
con la mochila cargada de sentimientos
cuando la verdad coge su propia postura
adentrándose en el precario mundo de los equivocados.
Se subió a la palabra incomoda de las opiniones,
retorciéndose en la indiferencia
de los que se lavan la cara con fingida honestidad
y acaban muriendo en sus propios reproches.
Sus pasos cada vez más seniles
parecían llamar a la muerte con osadía,
pero alguien que utilizaba
el sensible lenguaje del poeta,
dignifico su existencia
sin dañar su fragilidad.
Murió la soledad
cuando fue comprendiendo
que a todos algún día,
nos lloverá por dentro
con la necesidad de necesitar.

José Manuel Acosta.

viernes, 22 de agosto de 2014

REFLEXIONES EXISTENCIALISTAS DE UN ATEO EN DUDA PERMANENTE

Ella te apunta con el dedo perfecto que la cubre, tan pequeña como una distracción
y desde el interior sensible, traicionará con éxito las heridas escritas con palabras silenciosas.
Con el labio pálido de la indiferencia entra a curiosear con cariño, pero a medida que sabe tu historia, se acomoda con la paciencia que no lleva prisa vistiéndote de harapos descoloridos por el tiempo, hasta inclinarse cuidadosamente por todas las vertientes del alma.
Seguramente, mañana seguirá en este manuscrito de confidencias hablándole a los sentimientos, despreciando absurdamente, cada una de las lágrimas que colgamos en el tendedero de la esperanza donde no brilla el sol, donde los sacrificios son una incipiente ceremonia de muerte bebiéndose todas las intenciones porque la tristeza, no tiene voluntad de dejarte libre.
La vida estará constantemente poniéndonos a prueba utilizando el lenguaje más universal que existe, el amor, el amor libera todas las condenas que pueden destruirte disipando las dudas de los por qué, de inducirte a ése lado de la vida donde no hay derrotas, donde las historias terminan cicatrizando el dolor y más allá de todos los motivos ocultos, te subes a los más alto del miedo y gritas a modo de protesta que estás vivo.
El amor es una mirada que seduce, una lágrima de humildad y comprensión, una absoluta distinción de honores que sin motivos aparentes agradece los sacrificios del corazón.
El amor es mucho más que estar enamorado o que un beso en la boca te llene de deseos, es observar la memoria de tu interior, para que no pierdas los recuerdos en el olvido que sucede a veces perdiendo la razón.
El amor es un abuelo sin arrugas llenando la vida de nietos, el nacimiento de un hijo que a medida que se hace ser tú dejas de estar y sencillamente te marchas con amor.
El amor es un jeroglífico que todos los corazones saben descifrar, el amor eres tú y yo pasando por el tiempo, no lo malgastes, porque mañana cualquier enfermedad puede cerrar la puerta para siempre y nunca más llamará a ella.

José Manuel Acosta.

lunes, 18 de agosto de 2014

SIN HACER RUIDO

Vete yendo, 
sin levantar polvareda en el camino,
sin que suene el trueno 
de la crítica
en el corazón lastimado.
Vete yendo, 
como el silencio de un convento
roto por el tañer 
de las campanas,
con los ojos bordando 
oraciones de agua santa
pero vete yendo 
sin hacer ruido.
Vete yendo, 
como los cipreses 
cuando miran la muerte
que nos regaló la vida 
porque sabe de su triunfo,
pero vete yendo 
sin hacer ruido.
Vete yendo, 
como el suspiro cortado de los árboles
cuando llora el papel
donde escribo estos versos
que se están yendo.

José Manuel Acosta.

domingo, 17 de agosto de 2014

LA CONCIENCIA HERIDA

Cuenta la leyenda, que todo el que la ve por primera vez llora.
Está oculta pero sin miedo,
es una extraña calle solitaria buscando
los reproches de la culpa,
alguna, vestida por el manto de las deidades
y otras bebiendo el consuelo del cáliz .
Muchas llevan el silencio inconfesable,
mientras van descalzas en penitencias
detrás de los Ave María
y los ego te absolvo de los falsos apóstoles.
El que lleva puesta la corbata de los rezos
asfixiando el alma con su nudo,
no tiene por qué ser mejor
que quien lleva un verso tatuado en la piel
ni una nana cantada en el tiempo,
engendra más vida
que una patera remando a la deriva.
Mientras medito en el inhóspito
mundo de los desaparecidos,
veo palomas blancas en el cielo
aunque no sé si es allí,
donde tengo que buscar a la conciencia.

José Manuel Acosta.

sábado, 16 de agosto de 2014

LATIDOS OCULTOS

(Mis poemas son la radiografía de los sentimientos)

El dolor me oxida todo el cuerpo
y siento como las palabras
se agolpan en la garganta
hiriendo mis ojos
cuando ya estaban llenos de tinieblas.
Me gustaría entrar en un alma desnuda
clavando mi corazón en su pecho,
para que sienta cómo muere lentamente
yéndose los latidos entre mis dedos.
Cuántos sentimientos se pierden
por la sensibilidad que lleva mi sangre
guardando todos sus gestos
en el bolsillo del silencio.
Cuántas veces habré abierto el libro de mis historias
sin que la muerte
no haya dejado una oración escrita,
no haya ahogado todos mis poemas
mientras finjo una efímera sonrisa.
Cuántas veces habré llamado a mis muertos,
a todos los que alguna que otra vez
le he escrito un verso
cuando he necesitado respirar.
Algún día se producirá ése abrazo
que llevo tanto tiempo esperando.

José Manuel Acosta.

SENSITIVO

Tus senos respiran 
cuando mi boca emigra a tus glúteos
en un ejército de besos.
Me provocas contemplando
tu cuerpo desnudo
y tus dedos juegan a encontrarse
con la postura abierta
de la maternidad.
Me gusta cuando pones
el perverso instinto
a los pies de la timidez
venciéndome de todas las maneras posibles.
Sabes que voy a entrar
con las expresiones de las palabras
amenazando la respiración de tu vergüenza,
sin respeto a sus preguntas.
Deseo buscar
el reproche húmedo
de tu paraíso con mi lengua,
hasta que mueran por la espalda
nuestras necesidades
para fugarnos desnudos,
cuando al amor le ponemos intenciones.
Ahora que has cabalgado sobre mi furia,
me has domado por completo.

José Manuel Acosta.

viernes, 15 de agosto de 2014

LA RESPIRACIÓN DE LOS MUERTOS.



Vino con la sonrisa de hojalata,
con la respiración
que dejan los muertos a su paso
y el alba ensangrentando
recuerdos, cuando la noche herida
se hace rebelde al olvido.
Sus manos me tocaban
con amarga reverencia
buscando un nutrido consuelo
aunque su temblor,
me arrebataba cualquier propósito
que hubiese en mi corazón porque sentí,
cómo su frío me congelaba por dentro
todas las intenciones
que pudieran llevar mis palabras
cuando mis latidos los escuchaba a lo lejos.
Intento comprender su pena
que se adentra en mi cuerpo,
como una enredadera putrefacta
debilitando todas las raíces
que se agarran a la esperanza
porque la tierra llora sus desgracias.
Ella se despide con un hasta mañana
cavando sepulturas,
nunca sabrá
cómo siento, la respiración de los muertos. 

José Manuel Acosta.

EL DOLOR DE UNA MADRE

Los ojos llegaron tristes,
con un leve reproche de existencia
mientras lamía sin memoria
las consecuencias
de los miedos.
Dejó caer el cansancio
sobre la silla
envolviendo sus lágrimas
en las derrotas,
porque el dolor
no corresponde a nadie.
Se despidió como siempre
con un beso
oliendo a consuelo
susurrándome al oido,
quiero morir.
Me fuí con la suplica
descalza sobre mi esqueleto,
buscando de dónde
provienen los latidos
que nos dejan
ése olor a sacrificio.

José Manuel Acosta.