jueves, 27 de marzo de 2014

LA PALABRA DE LOS INOCENTES




Estoy en el vientre pálido del otoño
a mitad del sueño
que  envejece la imaginación,
sentado en la deshabitada paciencia
que me margina
a las incomodas espinas de las rosas
entre  las palabras que ya no digo,
y lo que se deshace en  curiosidad.
Como la muerte de los azahares
o el olivo trepando
en las llagas de nadie
mientras el sudor se pierde intacto
en la incomprensión de los inocentes.
En esos corazones letíficos
se va el silencio con prisa como  el otoño
quedando sólo la sombra de su esplendor.
Y vendrán más otoños doblando
las composturas del anterior,
pero seguirán siendo visibles
los gritos que no molestan a nadie
porque somos
elegantemente sordos
aunque la boca tenga motivos para la verdad.

José Manuel Acosta.
 

martes, 25 de marzo de 2014

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viernes, 21 de marzo de 2014

CUANDO APARECE LA VERDAD







Se mecen las lágrimas

como se mecen los verbos
cuando coge pose de gloria mi pluma
haciéndole una circuncisión a mis versos.
Despuntan las palabras que tímidamente
conservan su dignidad
como un mayo sin memoria,
mientras escucho el rumor del tiempo
en mi desierta almohada
que en silencio se esconde
en esta celda de latidos.
Si yo pudiera escribirle
a esa voz inútil
que me desnuda cada noche frente al espejo,
dejaría su memoria callada en los recuerdos
para vestirla de intimidad
porque la edad nos otorga un silencio envenenado
curando las heridas con paciencia.
Yo que vengo de la nada
no dejaré que mis palabras sean silencio
en el frío mármol de las oraciones
porque no hay mayor sabio,
quien sabe que la muerte
le sopla por la espalda.

José Manuel Acosta.

martes, 4 de marzo de 2014

DE OTRA MANERA





Me he despreocupado del verbo ordenado..

del poeta de la mesa de al lado
que le cuenta sus secretos
al café de los inviernos,
a mí ni siquiera me sonríe su aroma,
será que tengo en otro sitio la conciencia
y busco las almas en silencio.
Me disuelvo en las rodillas del tiempo
en las palabras que envejecen
dejando mis labios con una cicatriz irónica.
Casi me había olvidado de la memoria del corazón,
su voz mentía para seducirme
cuando silenciaba desnuda a la verdad.
Nunca logré saber qué oculta sus disculpas
aunque le doy cobijo en mi almohada.
Apenas me preocupa nada
cuando los años
me miran con otros ojos.

José Manuel Acosta.