martes, 21 de agosto de 2012

LOS OJOS DE LA NOCHE

Déjame soslayar tu divina boca
antes que me cales los huesos
como una nube preñada
y conquiste tu ombligo estremecido
con la tupida matriz de mis deseos.
Déjame que siembre
en los surcos de tu piel
la costumbre de las caricias
y regurgite besos
en las vertientes de tu alma
mientras guardo sueños en la almohada.
Déjame que la insistencia de mis latidos
acunen tus párpados
en el devenir de su sonido
y mi sangre recorra
la paráfrasis de tu cuerpo.
Déjame que la mendicidad de mis manos
se llenen de esperanzas
y cultive amaneceres
que se pierden mudos
entre nuestros labios,
para escanciar tu sonrisa
que mutilo en tus senos.
Déjame que   te sienta toda mía
y guarde la sombra de mis gemidos
entre tus piernas.

José Manuel Acosta.

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