miércoles, 27 de febrero de 2013

DE COLOR OLVIDO CLARO



Me puso una copa de vino
con olor a silencio
a espaldas de la mesa
que hacían sospechar a mi boca,
lo incomodo del olvido
cuando te bebes a sorbos el tiempo.
A mi izquierda,
donde la promiscuidad del corazón
guarda lealtad al amor,
se degüella la soledad                                                 
a su antojo
que como siempre
corre cobarde con más preguntas que respuestas.
Siempre aparece
con la sonrisa irónica del reclamo
vestida de cansancio y encajes de necesidad,
demandando su boca
 una condena de por vida
porque a medida que su sombra
muerde la timidez,
los sueños
mueren cotidianos
y me contoneo,
en un alarde de efímera sabiduría
aunque siempre hay una grieta
por donde se escapa la felicidad.
 
 José Manuel Acosta.

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