( Se desvanece el aire
mientras mi sombra se contonea
en un alarde de efímera sabiduría,
se desabrochan los por qué
sin la anciana palabra
desgastada
en el aposento de la virtud
cuando me consumo entre verbos inacabados )
Cogen postura
las arrugas del mendigo
cuando en la palma de sus manos,
el silencio manipula los gestos de una moneda
al tiempo que su lengua estrafalaria
siente curiosidad por las necesidades.
Los ojos
reclutando lágrimas
se extinguían sin consuelo.
Más allá de un juicio justo
el hombre de boca argüitiva,
seguía perdiendo
el sentido de la vida,
temiendo que algún día
su corazón no encuentre motivos
donde guardar la voz.
José Manuel Acosta.
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