Viene la luna fría
a cobrarse su destino
mientras tus ojos de cirios rosas
son ajenos a las lágrimas de compasión.
Con tu cuello de cisne
pintas de valor la vida
con el murmullo desnudo del corazón
y tu alma sufragando necesidades.
En el borde de la soledad
deshojas los recuerdos con prisa
sin que los besos mediten ausencias
por tu coraje y valor.
Mujer,
si fuiste capaz de cambiar el mundo
cambiarás el destino de los inviernos
y aunque seas árbol sin ramas,
se cobra la tierra el rumor de tus raíces
en el futuro pretendido.
Todo tenemos recuerdos escritos en la memoria
y tú abres la vida
con la llave de la esperanza,
traicionando a la muerte
porque la vida es avariciosa
cuando pretenden quitarle lo que le corresponde.
Hágase tu voluntad, mujer.
José Manuel Acosta.