Viene la luna fría
a cobrarse su destino
mientras tus ojos de cirios rosas
son ajenos a las lágrimas de compasión.
Con tu cuello de cisne
pintas de valor la vida
con el murmullo desnudo del corazón
y tu alma sufragando necesidades.
En el borde de la soledad
deshojas los recuerdos con prisa
sin que los besos mediten ausencias
por tu coraje y valor.
Mujer,
si fuiste capaz de cambiar el mundo
cambiarás el destino de los inviernos
y aunque seas árbol sin ramas,
se cobra la tierra el rumor de tus raíces
en el futuro pretendido.
Todo tenemos recuerdos escritos en la memoria
y tú abres la vida
con la llave de la esperanza,
traicionando a la muerte
porque la vida es avariciosa
cuando pretenden quitarle lo que le corresponde.
Hágase tu voluntad, mujer.
José Manuel Acosta.
unplacer hallarte, gracias por el comentario que me dejaste en alaire. Desde allí llegué a tu blog,y he podido disfrutar de este poema.
ResponderEliminarUn saludo
Gracias a ti por dejar tu presencia en la humildad de mis letras, siempre será un placer contar contigo. Un saludo afectivo.
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