sábado, 27 de agosto de 2011

CUANDO TE LLAMO Y TÚ NO ESTÁS

Acomódate en la noche inquieta
de mis latidos,
en la piedra rugosa del tiempo
y deja que soporte este silencio
contorsionándome
en una hemorragia de recuerdos.
Voy a embalsamar tu sonrisa
mientras una taxidermia de indiferencias
se clavan en la cruz de las intenciones
y los dedos de la virtud,
convierten en alabastro las lunas de la soledad.
Todos los días esculpo tu nombre
cuando me olvido
de ordenar los pensamientos,
en una sonata fugaz
de lágrimas
perdiéndose
por los pliegues de mis mejillas.
Acomódate en este mar
de sentimientos
porque el rumor de las olas
se está llevando los quejidos,
y el faro del olvido
está alumbrando la distancia
que se ahoga en pretensiones.
Acomódate
mientras finjo que vivo
junto al epitafio de mi tumba.

José Manuel Acosta.

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