La luz de la mañana
se atraganta en los pasillos de mi alma,
mis latidos se inquietan
cuando a mi mente
llega tu nombre
en deseos de abrazarte.
Qué no daría
por llegar a darle
un beso al destino,
y sacar de mi pecho
un latido
con el que devolverte la vida.
Qué no daría
por encontrar tu voz
en las noches calladas
que se van a hurtadillas
junto con mis lágrimas,
mientras los deseos
tuercen la esquina
despojándome de los sueños.
Qué no daría
por sentarme en la soledad de tus manos
y recorrer contigo
las huellas del silencio.
Qué no daría yo…..
José Manuel Acosta.
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