viernes, 16 de octubre de 2015

HAZTE DONANTE.


Tenía el ombligo inocente,
de los que vienen
sin arrepentimientos
y ya tienen humillada la respiración.
Yo buscaba esa virtud
que tiene la inocencia
en algún lado de la cuna,
para mecer los recuerdos
cuando se caen las lágrimas
despeinando mi interior
y aun así,
me siento desgraciado
ante los jovenes dioses
que tienen toda la vida por delante.
Algunos no necesitan predicados
ni el bla bla bla
que salva las almas,
tan sólo ese cariño distinto
que se encuentra en la médula ósea
capaz de salvar una vida.
Quizás sigamos siendo
unos cobardes bondadosos
porque las palabras
no llegan a ningún lugar
y otros,
intentamos dar crédito a la conciencia
escribiendo por todas partes.
Tenía seis años

y murió esperando
a los Reyes Magos.


José Manuel Acosta.

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