domingo, 11 de octubre de 2015

POBRES DE SONRISAS

No muero todavía,
cansado quizás a la sombra
de las horas.
En los posibles abandonados
revestidos de frío marmol.
Lo que guarda mi silencio,
madres recogiendo predicados
que te miran piadosas
si has llegado tarde.
Ponen su duelo en el aire para saber
cuánto dolor puede respirarse de una sola vez,
cuántas veces nos habremos prometido
con la boca falsa,
la misma que no llega ni a una raya de esperanza pero confía
que las palabras salgan
con su propio pensamiento.
Esta noche el cielo estaba demasiado limpio
y basta comerte un recuerdo,
para que mañana
los pájaros no le canten a nadie.
No te equivoques,
detrás de una sonrisa
puede estar el suicidio de una lágrima
porque alguien decidió coger
el atajo a la muerte
para lograr vivir.


José Manuel Acosta.

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