martes, 1 de diciembre de 2015

OTRA HISTORIA DE AMOR


Los Panchos sonaban de fondo,
como cada sábado el cineclub hacía la función de discoteca ;
en la aldea lo llamaban ambigú.
Una habitación destartalada pintada con los besos que durante la semana se escondían entre rejas.
Las miradas,
vestidas con sus mejores galas, bailaban solas buscando el roce dormido de la piel perfumada.
Ella apareció dejando entrever que sus labios eran de besos libres, las recatadas de lo ajeno la llamaban puta porque dependía de ella misma.
Él se enamoró sabiéndo que quienes juzgan tienen más poder que los que conocen. Aun así, poco a poco los años fueron contando su historia.
Después de toda una vida juntos, seguían poniendo a los Panchos, ella, con la soledad que produce la falta de recuerdos,
él, intentando que por un instante volviese aquella puta a sus labios mientras escucha de nuevo..."nosotros, que nos queremos tanto"...
Ahora junto a ellos, baila el alzheimer sin saber que ella dio origen a la libertad de las mujeres.


José Manuel Acosta.

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