Pasa al lado de mi sombra
con difunta virtud
y elegantemente vestida de secretos,
con las manos acariciando intenciones
pero con palabras de cenizas
quebrando el destino.
Ella no obedece a la palabra suicida
ni espera el olvido con paciencia
porque no entiende
la verdad de las lágrimas
cuando la ausencia
es un ciprés doblado por el silencio.
Ella intenta que mi nombre
tenga una oración en la boca
que sea de piedra mi acento
y un recuerdo en el vacio de las almas.
Algún día llegará a conquistarme
y allí estaré,
esperándola junto a mi sombra.
José Manuel Acosta.
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