martes, 23 de septiembre de 2014

LA VIDA SIEMPRE SE VA

Huelo a hierbabuena mojada,
el encallecido sol asoma tímidamente por mi ventana
mientras veo perder sangre a los olivos vareados por historias.
Salgo a la calle herida escuchando lo que cuenta el corazón del vecino,
los pájaros se despiden insistentes al verme,
el niño con la maleta del tiempo colgada en los hombros,
los coches con prisa, la soledad apoyada en la muerte que sigue a lo suyo y un transistor con boleros de Machín, recordando los años junto al amor de su vida en la casa de al lado.
Me siento dolido en mi patio dilatándose la sonrisa entre sorbos de café que siempre huele mejor que sabe,
sobre la mesa sangra un libro de poemas intentando hablarme de los desconsuelos y honradez del poeta que escribió en silencio sus tormentos.
El trigo desnudo de vida muere en el pan caliente de los pobres para vestirlos de dignidad,
los hipócritas con sus falsas caretas fingiendo, la ausencia aplaudiendo en silencio,
los días contando sus penas, las horas hablando, la luna con fiebre, el amor consolando corazones…me pregunto sin tanta rutina nos lleva a alguna parte.


José Manuel Acosta.

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