lunes, 18 de mayo de 2015

EL SOÑADOR DE APLAUSOS


Se encontraba al borde de la esperanza
apoyando la cogera de la vida
en un bastón.
Sus labios sostenían con fuerza las palabras
que salían impacientes al recreo invisible
de las historias.
Todos los días buscaba mis equivocaciones
y me atrapaba con las distintas caras
que tiene la vida. Con una pierna suelta
y la otra ocupándose de conseguir milagros,
lograba que mi interés se quedase meditando
sobre lo que es el olvido gritando
tu nombre y todo es silencio.
Le buscaba a diario, como si mi repiración
necesitase sus historias para reconciliarme
con el mundo y me entrase aire fresco
en los pulmones envueltos en cenizas.
Me hizo sentir el amor al teatro,
no al que representamos con cara saludable
y más amargura que un pomelo, si no al que hay
detrás de las bambalinas que busca
los aplausos para que desaparezca el miedo.
Resaltaba cómo se derretian sus ojos
jugando con los momentos, qué siente un actor
cuando está por encima de los hombros.
Recuerdo aquel día que vino a buscarme
y yo ya estaba esperándole porque le habían
propuesto hacer un anuncio para el servicio
de limpieza de nuestra ciudad.( LIPASAM)
-No sé qué hacer-. Me preguntó.
Hay que joderse -pensaba yo- un mindundi
de cuello vuelto enseñando a noventaydos años cómo abrocharse los botones.
Hay palabras que siempre siempre, son entre dos.
-lucia tan bien en aquel anuncio-
Como todos los días, le esperaba, pero no llegó,
tampoco al día siguiente ni en los posteriores.
Una semana después alguien vino a buscarme,
portaba el poemario que le regalé a Luis años atrás.En ese instante comprendí su ausencia a nuestros encuentros.Llegué a casa y le dije a mi mujer que el hombre de las historias
había muerto, el criador de pájaros sin alas,
el soñador de aplausos se había hecho "novio
de la muerte".
Dentro del poemario, en un sobre cerrado con mi nombre y mi lugar de trabajo, había un libreto
con la opera Sigfrido y una nota:
Me he abrochado el último botón de la camisa.
Las otras palabras son siempre siempre,
entre dos.

José Manuel Acosta.

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