miércoles, 13 de mayo de 2015

SUS ÚLTIMAS PALABRAS


Se le van los años en un espejo,
ya no tiene la plenitud de la literatura
ni el aspecto de un poema.
Sus manos tienen la ambigüedad
del reproche.
La retórica de sus ojos perdió disciplina
y se cansó su boca de repartir bondades.
Ha preferido olvidar la memoria
que guarda el dolor,
la vigencia que tiene la odiosa felicidad
que no comparten quienes no la conocen.
Y él está ahí, con el consuelo a medio hacer,
con los breves términos literarios
reorganizando corazones.
Se le pasa la vida entera estructurando
la felicidad, formando la esquiva
equidad que tiene la lengua,
en dialogos asolapados destinados
a nuestro personaje teatral.
Tiene un idílio con los idiotas
que versan sobre sus apacibles vidas.
Sigue mirándose al espejo empañado.
Había escrito un te quiero
que desapareció tan rápido
como el pensamiento de la muerte,
como los idiotas que ha convertido
en escayola.
Como yo mismo.


José Manuel Acosta.

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