Pasa la vida cansada,
los pájaros vuelan sin eco,
los árboles
pierden por sus ramas
los amaneceres
y estamos los de siempre
buscando el oído de la sangre
antes que se escuchen las derrotas.
Es más trágica la muerte del alma
que quien mata sin piedad tu cuerpo
y sin que lo sepan,
ellos ya están muriendo
cuando limpian el látigo del odio.
A veces lo siento
doliéndome dentro
y me da asco
el herrero machacando
el dolor ajeno.
No todo es perdonable,
por eso me voy con mis letras
a otra parte
lleno de vergüenza.
José Manuel Acosta.
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