jueves, 20 de octubre de 2011

ALMA CONGELADA


Acaríciame cuando envuelva tu nombre
en la libertad de mis besos,
en el vientre
de las preguntas que busca
en tu frente versos
con mi boca
de cubito supino.
No cuento las escarchas del invierno
ni el frío obligado del adiós
que degüella los recuerdos,
porque tus ojos
son alas jubilosas entre latidos
en un drenaje de silencio
y una mordaza de decepciones,
mientras le arranco un suspiro
al tiempo.
Y no intento comprender ese instante
que vive en el alma
y se olvida para siempre,
porque estoy cincelando
esos momentos
que nadie entiende
pero todos critican ,
cuando le ponen voz
a las lágrimas.
José Manuel Acosta.

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