lunes, 17 de octubre de 2011

QUEJIDOS Y LAMENTOS


En la hoguera de la felicidad
junto a las ascuas del amor,
se queman los latidos
al margen de las cenizas
que acumulan los años vividos
y se evaporan los triunfos
en mis pulmones,
que sólo respiran de tu boca
el sabor de la palabra amor.
Soy tan frágil como el chopo en invierno
cómo los ojos de un niño
cuando pule sus lágrimas
entre abrazos.
Se ahogarán mis manos
que provocan versos
en la atalaya desnuda del alma
y caminaré
sobre el trigo limpio de la mañana,
de su alma castiza,
de tus besos.
Antes que se agoten los suspiros
y se retuerza el alba en rocíos preñados ,
yo también  conoceré
la más absoluta soledad.
José Manuel Acosta.


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