sábado, 11 de octubre de 2014

EL SILENCIO ES DE MADERA.


En el solemne grito del palpitar dormido
de la ancha ausencia
que anda despreciando
lo que el recuerdo dijo,
de los suspiros que fueron
alejándose con el dolor
en el tañer triste de las campanas
y clavaron el adiós en el alma.
En los lánguidos paseos del corazón
que se olvidan de guardar secretos
como el consuelo a los necesitados,
en cualquier esquina
habrá una hora
donde un minuto de silencio
nos deje para siempre
decúbito supino
y tus palabras ya no le importen a nadie.

José Manuel Acosta.


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