Me susurró al oído
con la lengua lúdica de un nombre
escrito en silencio.
Sin prisas desvestí aquella
literatura romántica llena de promesas
y me llamó poeta
cuando mis palabras no eran nada.
Aquel primer verso, lo escribí
con la mirada en la corteza de un olivo
que tenía más plegarias inocentes que raíces .
Ella postuló mi primer poema
como una oda al cielo
como una verdad consagrada
que nadie creía.
Qué lejos queda el niño de las preguntas
y las respuestas de la vida,
qué lejos queda todo
en esta corta distancia
en la que tú descansas en paz.
José Manuel Acosta.
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