( prólogo de mi novela: María no está en el reino de los cielos)
Nos gusta ser un discurso ameno, vestir las palabras con sus mejores
galas recién sacadas de una mente tan brillante como bipolar porque nos
encanta halagar para no ser criticados, aunque te aseguro que nunca
estarás a salvo de ello porque cada vez que los abrazos se dan en
silencio los cuerpos no hablan.
Por naturaleza, creamos un mundo
ficticio por el simple hecho de querer quedar bien con todo el que se
pone por delante (con lo difícil que resulta quedar bien contigo mismo)
ello crea nuestras insatisfacciones, un declive emocional e irreverente
que no es agradable para nuestro interior pero sí al ego que siempre
estamos ocultando de alguna manera, ni se te ocurra decir que las putas
existen, aunque la vida te putee porque todo lo compramos con dinero y
caes en el despropósito de la avaricia y codicia del que más tiene,
queriendo ser igual que ellos porque la felicidad también se compra
aunque algunos se empeñen en lo contrario.
Usamos tantas palabras
para tratar de hacer el amor cuando en realidad los que estamos es
follando, o no mandes a nadie a tomar por culo aunque cortésmente todos
los días te estén dando por el mismo sitio, porque si lo haces empiezas a
dejar de ser una persona con educación y de resultar interesante aunque
otros educadamente te mandan al carajo con disimulo, o los mandas tú,o
bien te haces el tonto con ése característico ademán del hago que no me
doy cuenta.
Y es que en esta vida o te quedas en la cama contando
cuentos a la almohada ;ésa que dicen los poetas que tienen los secretos
de tus sueños, o sales a la calle a decirle a los que te han querido
mal, que sigues vivo y que no se empeñen en querer joderte la vida
porque tú tienes un arma que sólo dispara latidos y no vale para todas
las guerras.
La verdad es que algunos han perdido tanto tiempo buscando la felicidad,
que cuando ha pasado por su lado no se han dado cuenta porque se han entretenido
en saber si otros la habían encontrado, quizás, sean aquellos que han
abrigado su cabeza aunque los pies se les han quedado fríos por el
camino de su historia.
No sabemos llenar los vacíos que pueden
dejarnos las personas (no necesariamente tienen que estar muertas aunque
de alguna manera lo estén) bien por dependencia emocional o porque has
sido un gilipollas toda tu vida para contentar a los demás, volvemos a
lo de antes; no vas a caerle bien a todo el mundo por mucho que te
empeñes en desplegar tu sonrisa faraónica usando palabras de neófito
escritor, aunque seas un superdotado en eso de dar amor, total, vas a
durar toda la vida porque tenemos un par de cojones sin importarnos si
carecemos de sentido y seguimos estando equivocados hasta la muerte.
Todo es importante en esta vida,o relativamente importante, sobre todo
cuando eres consciente, de que quién va a compartirla contigo estará
también en tu último suspiro y no hace caso a la oreja de los muertos
que se empeñan en que les acompañe, entonces,caes en la cuenta que
dependes de ti mismo y estás en el camino correcto de encontrar la
felicidad.
José Manuel Acosta.