sábado, 3 de enero de 2015

EL SILENCIO, LA AUSENCIA

Llegaron los cipreses derretidos
entre las manos,
los rosarios
estrenan rezos de aluminio
que se funden
con las palabras amputadas
más sangrientas
que las heridas de la soledad.
El tiempo se hizo tarde en sus ojos
que se quedaron
entre girasoles de agosto
escribiendo a la tierra su silencio,
en silencio, así quedarán todas
nuestras palabras
con el tintero frío,
la pluma desnuda de deseos
y el tiempo tragándoselo todo.
Supo vivir en su silencio
morir en la ausencia
que llegó sin avisar.



José Manuel Acosta.




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