No hace
falta que os hable del olvido,
de la
paredes blancas sin vida,
de las sucesivas
heridas
que callan
sus miedos
y la mohosa
garganta
que mendiga
la lírica de
los no llores.
Me asomo a
la verdad sin dueño
que acaba
perfecta
y estaremos
juntos
en la antigüedad
que tienen
los
pronombres personales,
de lo
contrario
somos una
innecesaria frecuente
buscando dudas.
Qué poca
libertad tiene
la felicidad
estática
que se dobla
estrecha
por donde sonríe,
a veces.
José Manuel
Acosta.
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