lunes, 15 de junio de 2015

JUEGOS DE NOCHE



Llegué con los veinte años
cuando los eneros
aún no tenían gestos
y el frío volvía despacio
de las mañanas.
Las calles de entonces
llevaban la verdad incómoda
porque las bisagras
de la vida,
olía a gente
huyendo de las confesiones
de la memoria maltratada.
Allí estaba ella,
esperando que llevase
los te quiero suficientes
que desordenen las dedicatorias
de los ríos turbios
que desembocan en sus ojos.
Ahí estaba yo,
con el árbol de los sentimientos
lleno de raíces
y el cielo envejeciendo
en sus ramas torcidas.
Nos pasábamos la sonrisa
de boca a boca
mientras la lengua del tiempo,
mojaba nuestros cuerpos
y nos quedamos ciego
de intimidad.
Aquí estamos nosotros,
rescatando los recuerdos
mientras estiramos
las sábanas
igual que las arrugas.


José Manuel Acosta.

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