Ahora me descubre la sangre
más de medio siglo después,
que los recuerdos no descansan
si los huesos desarman
al hombre cuando llora.
Que te vuelves inocente
cuando aprendes
a vivir desamparado
y estás ausente
comiéndote la vida.
A veces despierto buscando los gritos
que quisieron herirme distraído
y algo me atraviesa
para desheredarme
cuando me acosa el olvido.
He puesto cuidado
en no desordenarme demasiado
y quiero seguir sensible
para que de vez encuando
aquel niño
me devuelva la mirada.
Hoy he caminado por los recuerdos
y no sé en qué momento
estuve muerto porque
corrí más que la vida.
José Manuel Acosta.
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