lunes, 13 de abril de 2015

Aquella vez que la vi, quise desnudarla sin titubeos, como quien desnuda una margarita
hasta quedarse con el centro de su corazón.
Desde el primer instante supe que no iba
a ser fácil desnudar algo tan íntimo
como el alma, teníamos todas las posibilidades
de odiarnos o criminalizar la sobriedad del respeto al ensayar sonrisas.
No era muy diferente a otras madres
que llamaban con insistencia al miedo,
ni de aquellos que se anticipan
a los prejuicios porque no tienen más conceptos
que lo que ven, siempre ha sido así,
pocos entran en el dolor.
Me indignan los que pasan mucho tiempo
mirando con premeditación.
Es difícil ser objetivo cuando conoces
con detalle la vida más íntima de una persona,
aunque también desaparecen los miedos
cuando todos están en la misma circunstancia
y vienen a compartir sus necesidades.
La escena se desarrolla en un círculo
provocado, nadie es más que nadie,
pero algo, intenta destruir con prisas
la dignidad de la vida,
exactamente dieciocho meses.
¿ cómo desnudas el alma de una madre
que viene a rehabilitar a su hijo
por el consumo de drogas
y lo pierde en un accidente de coche?
Aquí no caben los milagros,
ella te describe con detalles el dolor que siente
y tu garganta se convierte en un tubo
de ensayo destilando lágrimas
que no debes dejar ver.
Ese profundo silencio te destruye de alguna
manera sin que te des cuenta aunque
paradógicamente te hace más fuerte.
Nuestro verdadero problema
es que hablamos poco de los sentimientos
no compartimos nuestros miedos
y somos tan estúpidos
que confundimos ayudar y comprender
a los demás,con cotillear.
Ser honesto, ser sincero y hablar de sentimientos.
Si a la hora de comer hablas sobre ello
en vez de estar viendo la televisión,
si viene tu hijo con un problema
sin quitarle importancia
porque vienes cansado de trabajar,
que eso no son problemas que problemas
solo son los tuyos.
Con el tiempo comprendes
que el menor de tus problemas
ha sido que tu hijo
tontee con las drogas.
Ella se llamaba...
Nunca dejó su alma al aire.


José Manuel Acosta.

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