la absolución en la frente
y el costado sosteniendo
preguntas sin intenciones.
Cerró con llave la mirada
mientras se perdía en las huellas
del pasado para escribir
guiones donde no había nadie.
Está rimando en silencio
dividiendo el alma en suspiros
en el verso final, donde no se sufre,
el viejo desgarbado
que se traga el desván de la gloria,
recoge sus alas
y se va volando
a escribir los verbos
que tiene la muerte,
donde no se ignoran los acentos,
sin letra cursiva,
lejano, demasiado lejano.
José Manuel Acosta.
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