de sus lágrimas
se atreverán a juzgar las mías.
Tartamudean mis pestañas
como la llama de una vela,
se rompe mi lengua
se hieren mis manos
se cierra mi boca.
Lloro,
aprenden a respirar mis ojos
porque sus lágrimas
son un sacrificio
que ni el propio
sacrificio entiende.
José Manuel Acosta.
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