lunes, 13 de abril de 2015

CARTAS AL CIELO

Había guardado hasta el último de sus besos;
los actos más pequeños siempre revelan algo.
Cuando sea mayor, me gustaría llorar como tú,
enterrando la pobreza del espíritu que hace
pausas en el corazón, los lloricas se demoran en
voluntades y los que lloran conviven leyendo
tus pensamientos, me dijo.
Pude oír su saliva dando vueltas
por la garganta y cómo su voz, iba enronqueciendo las palabras que perdían
la memoria intencionadamente
para acurrucar las lágrimas en aquel rincón
donde no molestan.
Con su mirada extraviada y atento al silencio
que desprendía la cruz en el cabecero
de la cama, intentó ocultar como siempre
las lágrimas que se refieren a la verdad
cuando buscan el perdón
que siempre tuvo y que se nos resiste
porque erramos al impartir justicia.
¿ Oyes? balbuceó,como si quisiera quitar
importancia al momento de las confesiones.
Cuando apartas la mirada de las lágrimas
de alguien, te estarás apartando de las tuyas aumentando tu propio dolor esperando
que todos te perdonen al morir.
Ahora que seré mayor para siempre,
quiero ser como tú.


José Manuel Acosta.

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