jueves, 23 de abril de 2015

PALABRAS SIN VOZ


Puso límite a la distancia,
se le fue senil el olvido
cuando al abrir
sus labios
se hicieron
profetas los besos.
La triste amada,
la que bendice las horas
en espera del acto
bondadoso de las caricias,
en el campo de los cristianos
donde todo es calderilla.
Entre nosotros,
se escapó por las sombras
antes que la vistiesen de luto
y se disiparan
los gestos casi sin palabras.
Llévate los deseos,
pero deja que la fina lluvia
siga mojando mi pelo.


José Manuel Acosta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario