ni llaman las plegarias
que acrediten la muerte.
Descansan los rezos
sobre viejos
libros de madera
cuando las flores
narran la vida
y los ojos
se quedan con el rito salino,
Un extraño invierno
en el alma,
el reloj colgado de las nubes
y el cielo
entra por la puerta
del silencio.
Supongo
que todos los días
pasamos por el mismo sitio
hasta que
unas campanas compasivas
toquen a difuntos
aunque no todos
la escucharán igual.
Hace tiempo
que no veo
pájaros en el cielo.
José Manuel Acosta.
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