En esta debacle literaria de agnósticos
de la palabra, de flatulentos del soneto y la rima,
del arcaico Cervantes de la muerte,
patíbulo de lectores ahorcados y defenestrada
ortografía barata.
Después de todo eso,
asistimos a la nueva generación de editoriales
del euro contrarias a las buenas letras dejando
la nobleza del veintisiete o del noventayocho,
como simples aficionados en el arte de escribir.
Apunto de salir la versión española
de cincuenta sombras de Olvido, que será mejor
olvidar antes que nos hagamos ateos de la
literatura y sálvese quien pueda,de asistir
al Kamasutra del siglo veintiuno.
Y no es de extrañar que haya editoriales
sin escrúpulo cuando una de ellas
a este humilde aprendiz le propuso
publicar su obra con nombre de otro.
Ha nacido una nueva versión de escritores
o escritoras nacidas de los bajos fondos
de la televisión mientras hay editoriales,
frotándose las manos de analfabetismo
y avispados lectores de cámara oculta
que hacen la O con el humo del cigarrillo.
Hemos pasado de acentuar y poner tilde
a las palabras, a dejar los adverbios y adjetivos
como barriobajeros en la calle estrecha
de los verbos.
Todo sea por la literatura en estado puro.
José Manuel Acosta.
de la palabra, de flatulentos del soneto y la rima,
del arcaico Cervantes de la muerte,
patíbulo de lectores ahorcados y defenestrada
ortografía barata.
Después de todo eso,
asistimos a la nueva generación de editoriales
del euro contrarias a las buenas letras dejando
la nobleza del veintisiete o del noventayocho,
como simples aficionados en el arte de escribir.
Apunto de salir la versión española
de cincuenta sombras de Olvido, que será mejor
olvidar antes que nos hagamos ateos de la
literatura y sálvese quien pueda,de asistir
al Kamasutra del siglo veintiuno.
Y no es de extrañar que haya editoriales
sin escrúpulo cuando una de ellas
a este humilde aprendiz le propuso
publicar su obra con nombre de otro.
Ha nacido una nueva versión de escritores
o escritoras nacidas de los bajos fondos
de la televisión mientras hay editoriales,
frotándose las manos de analfabetismo
y avispados lectores de cámara oculta
que hacen la O con el humo del cigarrillo.
Hemos pasado de acentuar y poner tilde
a las palabras, a dejar los adverbios y adjetivos
como barriobajeros en la calle estrecha
de los verbos.
Todo sea por la literatura en estado puro.
José Manuel Acosta.
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