Me gustaría que sintieras mi
lengua en el límite de tus ojos,
verter su sed sobre tu cuello
y desplazarme lentamente
por tu boca llena
de faltas de ortografía.
Saborear con la punta
el verbo de tus senos
que se yerguen de
vida
cuando rodea su aura pura.
Que cayera un gemido involuntario por tu vientre
mientras bebo de tu ombligo los suspiros
y lentamente desterrarte
de lo que empiezan a vivir mis manos.
Y en ese apretado gesto
cuando el éxtasis
busca lo inalcanzable,
cincelaría con mi lengua excitada
al respeto húmedo de tus piernas,
allí me asomo
con la muerte dulce del deseo.
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