Cuando escribo en este papel
arrugado de apariencia firme y puro, estoy desnudándome
entre duelos de mariposas que gozan
de las flores en una lírica de deseos y, te extraño.
Te extraño porque no quiero poner más
títulos a la ausencia ni buscar el brazo maquillado de los momentos vividos, ni
torcerme torpe con la rutina, como las ramas de un mes de abril soportando más
frutos que el propio viento las tormentas.
Soy de los que suspiran a la
desobediencia de la mente cuando libra
batallas el corazón en la irreversible incógnita que nos pone la vida a diario,
y no dejo escapar esa orbe que una vez que subyuga los desordenes de los
latidos tiene la capacidad de ordenar cada uno de ellos porque encontraron un
nombre escrito en sangre.
Ese nombre que se pasea de rodillas
por el vientre frío de las indecisiones con suspiros que huyen como el esperma
cuando no fecunda la vida.
Y ya ves, aquí estoy abriendo una metáfora
porque sé que tú nunca vas a entrar en ella ,que no dejarás el adjetivo
impreciso en el principio exacto de la libertad
cuando realmente lo que necesito es
necesitar porque todos en algún momento de la vida, necesitaremos esa necesidad
de necesitar.
José Manuel Acosta.
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