Si supiera que hoy es el último día de mi vida, la última vez que guardaría en mi alma tus palabras, hoy sería el día perfecto para que callase mi boca lo que habla el corazón, él tiene un poder infinito de explicar con sus latidos lo que guarda la garganta en una pavesa de intenciones ocultas.
Si supiera que hoy sería la última vez que te abrazaría, que mis sueños seguirían ocultos en la almohada junto a mis pensamientos y que tu sonrisa se escaparía junto a mis secretos.
Hoy sería el día perfecto para decirte lo que nunca dije asumiendo mi culpabilidad aunque el alma nunca se equivoque, hoy sería el día perfecto para dialogar con el tiempo perdido para buscar las condiciones incondicionales si me llueve por dentro e intento secarme con las palabras equivocadas.
Hoy sería el día perfecto para que mis peregrinas manos, buscase en las sombra de los miedos alguna razón y la silueta de los sentimientos me hablase igual que Cristo, cuando dijo yo soy todo amor.
Hoy sería el día perfecto para cerrar mis sueños y buscarte por las ramas de los ruiseñores dejando que mis pensamientos te hablasen con los ojos abiertos, con el tiempo de vidrio acariciando la fragilidad de un collar de sentimientos, que se cuelga de buenas maneras antes de sufrir su derrota.
Hoy sería de esos días de perder el miedo a los fracasos, de quitar de mis triunfos todo lo que no me hace falta y de cruzar la barrera de los límites si es que veo el mundo a través de tus ojos, hoy sería de esos días en los que acostumbrado a adquirir posiciones hipócritas, buscaría la correcta forma de concebirte en el triunfo que lleva un abrazo cuando la boca de la vida se acostumbró a no seguir en el camino de los mediocres, de los que nada aportan a tu vida.
Hoy sería un buen día, si fuese el último día de mi vida, que supieses cuánto te amo.
Si, digo bien al decir te amo, cuando querer se quiere por costumbre y amar se hace con el corazón.
José Manuel Acosta.
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