Llegaste en la brecha de un mayo fundido
con la primavera asolapada entre flores
y un carmín deteriorando el otoño
mientras te cuento cosas de mi vida.
Podría escribir en cada surco de tus labios
un sentimiento distinto,
pero prefiero pronunciar tu nombre
cuando te beso
y tu voz suena en mis latidos.
Por mi espalda de arcilla mojada
estás tú, que después de tantos años
sigues dando sentido a mis palabras
que se ocultan en la
distancia
paseándote desnuda por mis sueños
cuando callan mis ojos
lo que mis manos buscan con deseos
y preguntas.
Si miras hacia arriba
verás las estrellas escribiendo tu nombre,
en ellas están las respuestas
que siempre quedarán en mi silencio.
Si no estás cuando te llamo
yo también miraré a las estrellas.
José Manuel Acosta.
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