viernes, 7 de noviembre de 2014

DESPUÉS DE HABER LLORADO

No te olvides, que la muerte no concede segundas oportunidades.

La cogí entre mis brazos,
en sus ojos lucían los años
con ruegos que no supieron a nada.
Se fundieron nuestras lágrimas
quedando inútiles los argumentos
de tantas noches sin luces.
Sentí como la vulnerabilidad
se filtra por la sangre
pareciendo perfecta hasta la muerte
que no entiende
de qué color es el dolor,
ni de cuantas penas
puede llevarse el mar.
De nada sirvió que con mi último te quiero
se fuese en paz
porque me quedé,
con el falso maquillaje
que disimula el drama
que me devuelva a la vida.
Ahora, hay un vacío en mi cama
mostrándome que los recuerdos
no sirven para el consuelo.


José Manuel Acosta.

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