sábado, 22 de noviembre de 2014

LA VERDAD SEA DICHA

Llegó revestida de moral añeja
y de un incensario de pecados
que sólo en el silencio de los conventos
tiene cabida.
No creo en la envidia pacífica
porque cuando se habla de chocolate
nadie lo asemeja al blanco
ni eyacular sueños
es sexo imaginario.
Llevo toda una vida
volando en soledad
para no darme cuenta
cuando los buenos y los malos
comen en la misma mesa.
A veces, me gustaría experimentar
la metamorfosis de las mariposas
para ver cómo evoluciona
la verdad dentro de un capullo,
pero hasta en los santos
hay un desorden de oraciones.

José Manuel Acosta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario