domingo, 30 de noviembre de 2014

EL ENCUENTRO

Jugaba con su mirada para esquivar la mía,
sabe que los ojos dicen todo
lo que callamos y que la dilatación
de las pupilas sobornan a las palabras
que nos delatan fácilmente.
No esperaba el milagro de una sonrisa
porque la división de sus labios
estaba condenada de por vida
a la burocracia de caer bien a todo el mundo,
pero ella, siempre me saluda con un efusivo
abrazo y una forzada sonrisa, sabe que conozco
todos sus secretos que jamás exhumará
la conciencia que a todos nos desnuda
alguna vez en la vida.
Fue el encuentro con el recuerdo,
con la dignidad del dolor que vive
en cadena perpértua cuando todos,
haremos nuestra última parada donde
no molestemos a nadie.
Nos despedimos con absoluta felicidad
dejando atrás la verdad y quien sabe,
si nos volveremos a encontrar
en algún lugar donde la vida nos hable de otra manera contando los años en silencio.


José Manuel Acosta.

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