Qué me importa el acomodado
o la iglesia ignorante,
ni el huérfano político
que al final sufre soledad.
Que me importa la escarcha
si deja en el tiempo
mi nombre ilegible
o las muecas del odio
que matan de hambre al alma.
Que me importa desangrarme
si los sueños miran de reojo
y pudren la esperanza
como un otoño furioso.
Que me importan las advocaciones
sin construir igualdades,
o los falsos discursos
que mueren en su
trampa
porque no causan efecto en los pobres.
Qué me importa todo
si al final la cultura me hace más fuerte
y menos ignorante.
José Manuel Acosta.
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