martes, 18 de noviembre de 2014

MI ABUELO EUGENIO

De aquellos días, en los que jugabamos
a escrbir nuestros nombres en los cristales,
recuerdo las horas oliendo a humedad
y la edad del polvo acumulado
en una ventana de madera vieja.
Aquellos manzanos que sirvieron
para mojar con sidra
las gargantas de los campesinos
y unos pies de color caramelo,
pisando las uvas maduras.
Recuerdo su boina y el olor a barriles de vino
en una bodega llena de matanzas.
Recuerdo que mi nombre
se perdía en el eco de los bosques
mientras los bueyes
tiraban del tiempo.
No recuerdo su último beso
pero me dedicó aquella mirada
entre cuatro cirios
que esperaban su muerte.
Hoy recuerdo aquella Galicia
que vistió mis ojos de luto
para seguir creciendo
y mi abuelo Eugenio,
viviése para siempre
en un poema escrito para él.


 José Manuel Acosta.

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