miércoles, 12 de noviembre de 2014

TIERRA HUMILDE

La noche me devuelve el dolor
cuando el sol nace con espinas
y la luna se acomoda entre arbustos
que se rompen
por las raíces de las oraciones.
Me lavo con el agua de los arrozales
que sangraron cantos luctuosos
otorgándonos un siglo de silencio
y toda una vida de solemnidad.
En el punto de partida
apenas poseemos un metro cuadrado de tierra
en la ciudad que huele
a silencio mojado
y toda nuestra historia,
se resume a dos fechas
en el obituario
de algún periódico,
una oración por nuestra alma
y una misa
para que nos lloren los hipócritas.



José Manuel Acosta.

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