Nuevamente sentando
en un eterno banco solitario
quito al trajinar postizo
de las horas
la cara amable
de la vida
mientras la suerte de plomo
equivoca su destino .
Mis ojos fingen
silencio
cuando las lágrimas
viajan a la velocidad
de la luz
porque mis delincuentes besos,
no pondrán segundos
a tu boca .
Seguirá mi sísmica pluma
sudando soledades
y un ejemplo de consuelo
arañando mi espalda de arcilla .
Ahora ,
apoyado en un verso
guardo mis años
ante el rumor ciego
de los latidos .
José Manuel Acosta
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