viernes, 6 de mayo de 2011

EL TEATRO DE LA HIPOCRESÍA


En ese transcurrir monótono
de tantas noches soterradas,
en el quejido de las farolas
que viste de lunares
las sombras
y los mudos suspiros
tuercen las esquinas de las soledades,
hay cartones
mugrientos de tristezas
rumiando migajas de dolor.
Apenas respiraba la mano
en un despiste,
llegaba el juez
impoluto de la fatiga.
Con el cuello guillotinado,
se sacude el día la indiferencia
y pronto olvidó su nombre
el actor de los aplausos
que duerme,
con su hipócrita moneda.
José Manuel Acosta.

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