jueves, 19 de mayo de 2011

EL VEREDICTO



En mi ardua mente
labriega fabrica
constante de sueños
de proyectos y mensajes,
viaja fatigado y moribundo
entre pasos mordidos
el vomito de mi herido trabajo.
Entre mortales y muertos vivientes
entre quietud y miradas vencidas,
me transfiguro al contacto de tus lágrimas
y no hallo quietud
en ninguna de mis esquinas.
Pequeño ante el mudo
pero inquieto vividor
de fiestas e infiernos
sacrílego amante,
sacrifico al as de corazones
y me horrorizo
al verme demonio
y en mi carrera,
derramo la carne trémula que Dios me dio
¡! No barráis la putrefacta carne que en el deje ¡!
las aves de rapiña
al acecho quedaran satisfechas
en su vuelo rasante
de falsos Ángeles
cómo única protección.
Aportaré mi otro hombro
soportaré tu peso
testigo herido de tu propia humillación.
Tómame cómo postre de gusanos,
antes de juzgar
mete en tu pecho la mano.

No importa que me juzguen,
el veredicto
siempre será culpable.

José Manuel Acosta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario