de gemidos con turbantes próvidos,
duermo en tus senos
almohadillando el temblor de mis manos,
sacudiéndome en el viento
que emana tu boca
recorre mis labios tu columna vertebral
y caigo de espaldas vencido
en las avenidas de tu cuerpo,
allí convergen mudas las palabras
mientras mi avanzado respirar
busca afanoso la cueva de los suspiros
y mis dedos, están al vértice de tus andares.
Mis oídos cuartean tus gemidos,
y un día más amanece de madrugada
mientras el campo se llena de flores
ante el explorador de rosas.
Ahora mi pincel dibuja tu sonrisa
mientras sigo derramando
mis afilados besos
por la gruta que sació mi sed
contemplando nuestros cuerpos
que se deslizan,al próximo amanecer.
José Manuel Acosta.
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